miércoles, 9 de abril de 2008

El Gran Robo

Todo pasa sobre mí,
más allá del devenir,
en un sacrificio total
que me lleva al final.

Y es donde no puedo llegar
porque no puedo abrir más,
estoy oxidado en el placard,
cuando el tiempo me ve acá.

Se siente la sangre parar
y el ensuciar del lagar
en el olor que traen las botas
que largan líquido a cuentagotas.

El arma está enfundada
con la mira reservada
para la víctima equivocada
que sólo no sabe dialogar.

El pedazo de diamante
no se lo deja a nadie,
muchos han querido tocarlo
pero el vidrio lo ha reservado.

La acción sigue así y
hasta a mí suele confundir
pero, esta vez no lo dejaré aquí
porque lo quiero para mí.


De Los Ángeles

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