Tenía tanta libertad
mi alma hasta
que en soledad
pidió cobijo.
Y el Creador le dio
mi ser como refugio
y en ese momento
tuve vida y un camino.
Lo fui transitando
de a poquito, entre sonrisas,
lágrimas y suspiros
con algunos puntos suspensivos.
Hasta este momento
que es un circuito
continuo de aguas de rocío
como panes benditos
a un enfermo alicaído
por tantos suspiros perdidos.
De Los Ángeles
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