sábado, 4 de diciembre de 2010

Engañada

Estando en la estación
encontré un sabor amargo
debido al dolor que lleva
tu salud en los labios.

Eres veneno para mi cuerpo,
sustancia que revuelve y mata.
Eres fantasías de mis deseos
que mueren en mi cama.

Recordarte me ensaña
como tu piel a parte
de tu propia musaraña
que se lleva el rocío de agua.

Eres sangre congelada
por vientos polares
que logran distraerme
y hacerme a parte.

Confesiones ingratas
que ya no tienen data
de continuar con los
quehaceres de tu casa.

Así me amas, corazón de araña
que me inspira esta fuerza
que es a mí con quien engañas
y das falsas alarmas entre las
sábanas de la mañana.

De Los Ángeles

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