lunes, 21 de abril de 2008

Custodio del mar

Sus ojos azabaches,
su cabello acastañado,
se veían entre el oleaje,
su joven cuerpo afirmado.

Nadie sabía de donde venía,
pero allí se mostraba,
como una bella figura
que traía en el alba la luna.

Si era hombre o mujer no lo sé,
casi mis ojos, tan lejos, no podían ver.
Sé que me sonreía pero yo no tenía habla
para largar mi emoción como carcajada.

Hasta que la mar me acercó a ese ser,
y sólo era un misterio su luz refulgente,
como aparecido de un cuento de suspenso
lo vi caminar sobre la marea y sé lo que es eso.

Pero me mantuve en silencio en ese instante,
que pasa por mi mente la escena imborrable,
entonces entendí tantas confusiones que
se contaban de boca en boca de capitanes.

Comprendí que cada elemento natural
posee su secreto y cada secreto, su guardián.
Y que no hay secreto que se pueda guardar
sin alguien que tenga la responsabilidad.

Cierro esto en un paradigmático verso,
la mar es a la tierra su hermana,
y sus secretos sólo lo saben sus guardias.

De Los Ángeles

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