La fuerza caliente que se lleva
lo que de nadie ya se queja
cuando suelta su energía apenas
y sofoca con enfermedades alternas.
Su calor nos deja en remera
y el polvo que levantan sus ráfagas
ensucia los muebles con la pelusa
que luego salen de nuestras casas.
Luego, llegando la nubosidad
con la triste lluvia y el blanco frío
que sacan de los armarios
las bufandas y los abrigos.
De Los Ángeles
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