¡Ay! Que locura
andar a máximo
por la ruta.
No importa
el cinturón
cuando tu vida
ya se acabó.
El alcohol
es el abismo
y las drogas,
un precipicio.
Al despertarte
de una noche de boliche
tu cabeza está
hecha un bochinche.
Podés estar
en un hospital
o encontrar cama
en el más allá.
Pero el acelerador
no te lleva al cielo
ni es tu salvador
para el infierno.
De Los Ángeles
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